Seattle, Washington, E.U., a finales de la década de los 80’s da a luz –entre muchas sombras, por supuesto- una mezcla sonora donde el rock independiente se fusiona con el noise pop, llegando al oído a veces con rostro de metal y en otras virando hacia el punk.
Una guitarra distorsionada, cambios de ritmo rebelándose a través de letras destinadas a decir que la vida es plena en oportunidades, pero que para un corazón decadente no valen un comino. ¿Desolación, tristeza, alucinaciones patrocinadas por la heroína?, el todo y la nada vibran con intensidad entre notas rudas y voces rasposas lijando la frivolidad del mundo del rockstar –y más específicamente, del hairmetalstar- promedio.
Grupos como Dinosaur Jr. o Green River construyeron las bases de este género, pero fue Nirvana quien dejó una profunda marca en la historia de la música, gracias a la sangre derramada por el mártir del grunge Kurt Cobain.
De la disquera local Sub Pop –pionera en apoyarlas-, las bandas fueron lanzadas a todo el mundo como otro producto más del capitalismo, dándose un auge del grunge en los años noventa. Hasta la fecha, conciertos, CD’s, DVD’s y demás memorabilia, aún siguen reportando ganancias, a pesar de la desaparición y/o muerte de la mayoría de los músicos grungeros.
Se dice que la creciente popularidad de sus álbumes fue parte de lo que provocó más desencanto en íconos tan talentosos como Layne Staley –vocalista de Alice in chains-, Andy Wood –frontman de la legendaria Mother Love Bone-, incluso en el mismísimo Cobain, quien se encontraba bastante molesto de que su canción “Smells like teen spirit” se convirtiera en un himno para la llamada “Generación X”. Esto se comprende desde el pozo de apatía en que se encontraban sumergidos, su música era una expresión del sentimiento de oposición que llevado al extremo los hacía decir: “La vida está tan llena de oportunidades, que es necesario desperdiciarla”. Y para ellos, una jeringa llena de olvido era suficiente para alejarse del tormento que supone el ser etiquetado y comprado en serie.
El pesimismo existencial, el rechazo a la sociedad y al cuidado de la imagen, la preferencia por la marginalidad y una rebeldía depresiva crearon la ideología grunge expresada en una camisa de franela, pantalones desgastados de mezclilla y un par de botas estilo leñador –y tiempo después un par de tenis Converse-, llevando la música más allá, para formar un estilo de vida, un modo de pensar alternativo al consumismo que todo devora.
Actualmente sobreviven bandas como Pearl Jam, Mudhoney, los integrantes de Alice in chains –quienes intentan un nuevo grupo aún sin la presencia de su vocalista Staley- y los trabajos en diversas agrupaciones que ha logrado Chris Cornell –frontman de Soundgarden-. Inclusive se ha dado un subgénero llamado post-grunge de bandas como Candlebox, Creed, Nickelback o Silverchair, que al ser de otros lugares del mundo, han cambiado el típico “sonido de Seattle” al incluir otros elementos más melódicos en sus composiciones.
La juventud en Washington repela del género por considerarlos la herencia sucia que se les ha dejado, mientras que en otros países lejanos aún existen adultos jóvenes que llevamos tatuados en el alma, el característico sonido y filosofía grungeros.
Escrito por Mariela_Oscoy
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KURT ES EL EMBLEMA DEL GRUNGE
DONDE SEA Q EL ESTE SEGFUIRA LOS RIFS CARGADOS DE ODIO
AGUANTE EL GRUNCH
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